sábado, 4 de junio de 2011

La percepción es la conciencia de una sensación, es un proceso psicofísico por el que el sujeto transforma las diversas impresiones sensoriales (estímulo), previamente transportadas a los centros nerviosos, en objeto sensible conocido. Es esencial a la percepción la aprehensión de la realidad, no como una impresión sensorial aislada o un haz de impresiones sensoriales, sino como un conjunto global organizado, o una totalidad. Se percibe un paisaje, por ejemplo, no volúmenes, colores, matices, saturaciones, tonalidades, contrastes, distancias y sonidos dispersos o simplemente sumados. Se distingue de la sensación, entendida como proceso meramente fisiológico, con fines didácticos o de investigación, pero sensación y percepción constituyen, en el hombre, el mismo proceso del conocimiento sensible y ninguna de ellas es meramente activa o pasiva en este proceso, sino que ambas son receptoras y efectoras.

Los factores que influyen en la percepción no son meramente las impresiones sensoriales transportadas a los centros nerviosos, sino todos aquellos elementos que, perteneciendo al sujeto consciente, colaboran en la constitución del objeto: los recuerdos de la memoria, la experiencia anterior, conceptos previos, el aprendizaje, etc., que sirven para el reconocimiento del objeto, pero además, y sobre todo, las leyes estructurales de la percepción o de la configuración de un objeto, denominadas leyes de la forma-

La forma

Su  significado abarca desde aspecto, configuración, contorno o forma, hasta horma de zapatero y tipo ideal. En Platón, una de las maneras de nombrar a las ideas, elemento fundamental, por tanto, de una de las teorías más representativas del platonismo, como es la teoría de las formas platónicas o teoría de las ideas.

En Aristóteles es, por un lado, el elemento metafísico correlativo de la materia, con la que constituye la sustancia de cada cosa, según la teoría del hilemorfismo: el elemento determinante, de los dos que entran en composición en una sustancia, lo que denomina forma sustancial, se une al elemento determinado, la materia, y el conjunto o compuesto de ambos es la sustancia total. Pero, por otro lado, forma es también una de las maneras de comprender el «porqué» de una cosa, o una de las cuatro causas, aquella precisamente «que expresa la esencia». En realidad, los dos conceptos aristotélicos se unifican en cuanto la forma es tanto el «porqué» de una cosa, o causa primera, como el «qué» o lo que la cosa es: el porqué de algo es su esencia. La forma separada de Platón, la idea, es, según Aristóteles la sustancia de una cosa. Es justamente el enfoque aristotélico, y no el platónico, el que ha dado vigencia y amplio uso a esta palabra a lo largo de la historia de las ideas. La Escolástica no sólo admitió la teoría hilemórfica, sino que hizo de la materia el principio que explica la individualidad de cada cosa y, de la forma, la naturaleza universal de las cosas; cada cosa encierra de algún modo un universal, que es su forma sustancial y las diversas formas accidentales, que constituyen las propiedades de las cosas. Conocer consiste, precisamente, en la captación intelectual de estas distintas formas. El nominalismo medieval fue la excepción en este planteamiento y, al afirmar que no existen de ningún modo universales en la realidad sino sólo individuos, propició el paso al cambio de perspectiva de la filosofía moderna. La sustancia de Descartes no tiene nada que ver con la forma aristotélica, ni existen para él aquellas «formas o cualidades de las que se discute en las escuelas» (Discurso del método, V). La filosofía corpuscular, del s. XVII, en la que la forma deja de ser un componente metafísico de la sustancia para pasar a significar más adecuadamente el resultado de las características esenciales de los corpúsculos materiales dotados de movimiento, fundamentó la distinción entre cualidades primarias y secundarias, que conserva de alguna manera la antigua idea de forma accidental, pero que supone ya una interacción entre el objeto y el sujeto, entre la percepción y lo percibido. Kant introduce de nuevo el término forma, pero para darle un uso que él denomina trascendental: la multiplicidad de los datos sensibles (materia) se ordena y configura según condiciones a priori de la sensibilidad (forma), del mismo modo que la multiplicidad de lo percibido se configura y sintetiza mediante los conceptos, universales y necesarios, del entendimiento. En adelante, en el ámbito del pensamiento, forma es siempre aportación humana como condición previa a todo contenido.
 
En el ámbito de las artes plásticas, forma es aquella estructura constituida por elementos materiales susceptibles de relacionarse y configurarse en un todo, mediante el cual el artista expresa los sentimientos con los que suscita una experiencia estética. Es, pues, la manera artificiosa, libre e imaginativa, de estructurar el significado estético de una obra de arte. Normalmente se opone la forma estética, no a los materiales, sino al contenido figurativo, entendiendo por tal el tema concreto, cuando lo haya, que el autor usa como vehículo de sus sentimientos. Hay teorías estéticas que defienden el punto de vista de que sólo la forma es vehículo expresivo y significativo, de la misma manera que sólo hay experiencia estética cuando el observador capta la forma de una obra artística, y no sólo sus elementos materiales.
La psicología llama forma a la percepción de los datos sensibles como un conjunto integrado, para el cual vale el principio holístico de que «el todo es más que la mera suma de las partes», y que la mente configura según leyes determinadas, la primera de las cuales es la organización de lo percibido en «fondo» y «figura».

Las leyes enunciadas por los psicólogos de la Gestalt, intervienen en la captación de las formas en que se basa la percepción; sustituyen, en la nueva psicología moderna, a las leyes del asociacionismo tradicional y la función que desempeñan. Se denominan leyes de la organización perceptual, y determinan cómo se configuran los objetos de la percepción, establecidas principalmente con investigaciones empíricas sobre el sentido de la vista. Las más importantes son:

1) Ley de «figura y fondo»
2) ley de la «buena forma», «buena figura», «buena configuración» o simplemente ley de «pregnancia»
3) ley de analogía (igualdad y semejanza), de proximidad, cierre, experiencia pasada
4) ley de «la constancia perceptiva»: de objetos, de tamaño, de formas.

La Gestalt es una Escuela de psicología alemana, cuyos iniciadores son Max Wertheimer, Kurt Koffka y Wolfgang Köhler y que aparece a comienzos de siglo anterior como reacción contra las teorías asociacionistas del conocimiento y el conductismo. Sus iniciadores parten del rechazo a un análisis de la percepción a modo de conglomerado u asociación de sensaciones o impresiones sensoriales e introducen la noción de totalidad como elemento básico del conocimiento perceptivo. Consideran que la experiencia es conciencia perceptiva de una totalidad, o una Gestalt, e insisten, no en el análisis de elementos, sino en la organización de éstos en un todo estructurado según determinadas leyes; todos estructurados como objetos de percepción.

La noción de Gestalt provenía directamente de la llamada Escuela Austríaca o de Graz, influida por la psicología de F. Brentano y fundadora del primer laboratorio de psicología experimental en Graz. Algunos de los miembros de esta Escuela ampliaron y dieron fundamento psicológico a la noción de «cualidad gestáltica», (Gestaltqualität), introducida por el filósofo positivista Ernst Mach, en su Análisis de las sensaciones (1885), obra en la que se refiere a sensaciones espaciales (como figuras geométricas) y temporales (como melodías), que se manifiestan independientes de los elementos que las componen (una melodía musical se muestra independiente de sus notas, se mantiene en cualquier clave musical y con instrumentos con timbres distintos, etc.) y que había que interpretar como construcciones psíquicas. Christian Ehrenfelds (1859-1932) y Alexius Meinong (1853-1920), miembros de la citada Escuela, formularon psicológicamente la noción de algo que se percibe sensorialmente y que, no obstante, no es una sensación.

La afirmación de que en la percepción hay elementos percibidos que no son sensaciones (impresiones sensoriales) remite a los orígenes kantianos de la escuela de la Gestalt. Los patrocinadores de la Gestalt, no obstante, sostuvieron la tesis de que hay formas o Gestalten tanto en la mente humana como en la misma naturaleza: el fenómeno de pregnancia, por ejemplo, o la «buena forma» de una gota de agua, en equilibrio interno y externo, son muestras de formas naturales.

Hay unas ideas propias de la mente o conciencia; el enfoque, o la propia perspectiva del sujeto ante las cosas, así como sus expectativas, y hasta los condicionamientos sociales y culturales, influyen también en la conformación del objeto. El punto de arranque de la psicología moderna lo constituyen las investigaciones sobre la percepción, llevadas a cabo sobre todo por los estudios de la psicología de la forma. Es ésta una reacción directa contra el asociacionismo.

El asociacionismo es una doctrina filosófica propia del empirismo inglés de los siglos XVII y XVIII. La expresión se debe a Locke, que atribuye a las ideas la posibilidad de asociarse simplemente por «una correspondencia natural» entre ellas, o al azar y según las circunstancias, pero sin otorgar a esta conexión ninguna función especial en el proceso del conocimiento. Hume, en cambio, hace de ella el origen de las ideas complejas. Estableciendo una comparación metafórica con la teoría de la gravitación universal de Newton, la describe como una atracción que se produce entre los átomos del conocimiento, las ideas simples, a las que atrae como una «fuerza suave, que normalmente prevalece». La asociación no ocurre al azar, sino que sigue principios o leyes que, según Hume, son: la semejanza, la contigüidad en el tiempo o el espacio y causa y efecto. Esta unión o conexión se produce en la imaginación, no en la memoria, donde su conexión es más bien inseparable; imaginación y memoria son los dos modos como una impresión puede estar de nuevo presente en la mente: de una forma dotada de vivacidad, por la memoria; de una forma con menos vivacidad, por la imaginación. Renovaron estas ideas, en el s. XIX, los también ingleses James Mill, Stuart Mill y Alexander Bain, siempre como un intento de explicación mecanicista de la vida mental, de forma que ésta reproduce la manera como se ha realizado la percepción. PSICOL. El asociacionismo es un punto de partida para muchas de las primeras teorías propiamente científicas de la psicología: Wundt, Titchener, Thorndike, Pavlov y Watson son asociacionistas; lo son también en principio los partidarios del conductismo, que surge a comienzos del s. XX, y las primeras teorías sobre el aprendizaje, que explican por su medio la conexión -la contigüidad, sobre todo- que se produce entre estímulo y respuesta y entre estímulos naturales, o incondicionados, y estímulos neutros o condicionados. La concepción atomista de la vida mental no explica fácilmente un concepto tan fundamental en psicología como es el del yo, o la conciencia, que no suele considerarse una simple conexión temporal o sucesión de ideas, sino más bien una unidad originaria con carácter de sujeto, y anterior a cualquier asociación. En especial, la psicología de la forma, o Gestalt, opone al atomismo y al asociacionismo la idea de conjunto, todo o globalidad.

El asociacionismo o la teoría empirista basada en la asociación de ideas o de sensaciones, fundada en las enseñanzas de los empiristas británicos, Hume y J. Stuart Mill, sobre todo, y difundida en psicología por el conductismo, teoría que hace de la conducta humana manifiesta el único objeto adecuado de estudio de la psicología. El supuesto fundamental del que parte es que no hay más conducta humana que la observable en la experiencia externa. Niega la existencia de «estados internos de la mente», así como cualquier tipo de realidad interna a términos como conocimiento, pensamiento, voluntad, mente, percepción, etc., y en especial, el recurso a la conciencia y a la introspección; estos fenómenos psicológicos son reducidos a hechos fisiológicos. De tendencia profundamente empirista, sostiene como único mecanismo de aprendizaje la asociación de estímulo y respuesta mediante el condicionamiento, una clase de asociación por contigüidad, del cual son también resultado el pensamiento (forma de conducta implícita) y el lenguaje (forma de conducta explícita).

En el conductismo, el sujeto cede su lugar y su importancia al ambiente, es una corriente psicológica de origen americano, cuyo iniciador es John B. Watson. A Edward L.Thorndike se le considera un precursor, al igual que a la reflexología de Pavlov); su obra fundamental es “El conductismo” (1925). Conductistas importantes son Albert P. Weiss, Edward B. Holt, Walter S. Hunter, Katl L. Lashley, Donald O. Hebb, Z.Y. Kuo, y los pertenecientes al neo-conductismo, o la llamada «psicología del estímulo-respuesta», por el uso que hacen del esquema fundamental de la conducta:
Destacan entre éstos, Edwin R. Guthrie, Clark L. Hull, que lo reduce al método hipotético-deductivo, Edward C.Tolman y B.F. Skinner.

Frente a esta interpretación de la percepción como una asociación de impresiones sensibles según leyes determinadas, surgió primero la psicología inspirada en, o heredera de, la filosofía trascendental de Kant, que explica el conocimiento sensible como una elaboración de la materia del conocimiento mediante formas a priori de la sensibilidad; se trata de escuelas psicológicas directamente inspiradas en la fenomenología de Husserl y en la psicología de la comprensión, de Dilthey, que insisten en la necesidad de introducir la idea de totalidad y de sujeto activo para explicar los fenómenos mentales. Tras ellas -abonado el terreno, además, por las sugerencias de Ernst Mach sobre la existencia de sensaciones espaciales y temporales, como figuras geométricas y melodías, por ejemplo, independientes de los elementos que las componen-, la psicología de la Gestalt, por obra de Wertheimer, Köhler y Koffka, principalmente, introduce el concepto de «organización», que media entre estímulo y respuesta, propia del conductismo. Inspirándose en la fenomenología, los psicólogos de la Gestalt hablan de objetos de la experiencia y no de estímulos independientes y sumados; la unidad de experiencia -de percepción- es un objeto, no una impresión sensorial. La organización de la que hablan los psicólogos de la Gestalt se refiere a la forma o configuración con que se perciben los estímulos sensoriales. Estas formas y configuraciones -se plantean- o están en la naturaleza o son a priori. La respuesta de estos psicólogos fue que hay formas tanto en la naturaleza como en la mente humana. La indagación de cuáles son estas formas constituyó el programa de investigación empírica de la psicología de la forma. Tradicionalmente, el problema que la percepción plantea a la filosofía se refiere a la relación existente entre nuestras experiencias internas y el mundo exterior. A ello fundamentalmente responden tres teorías: realismo directo, realismo indirecto y fenomenismo (el idealismo es un caso especial de este último). El realismo perceptivo sostiene que los objetos percibidos poseen una existencia independiente de nuestra sensación y que conservan sus propiedades aun cuando no sean percibidos. Se llama «directo» a este realismo cuando entre el objeto percibido y el sujeto que percibe no existe ningún intermediario, e «indirecto» si tal intermediario existe. El realismo indirecto sostiene que, aunque los objetos percibidos existen realmente, no son percibidos directamente, sino que son captados a través de un intermediario, que puede ser la idea, los sense data, el percepto, etc.

El fenomenismo, o fenomenalismo, que es una teoría perceptiva antirrealista, no admite la existencia de un mundo físico real e independiente de la percepción; fuera de la propia experiencia no existe nada más, y ésta es percibida directamente sin intervención de ningún medio distinto. Para el idealismo los objetos físicos no son sino un conjunto de ideas; puede negar simplemente la existencia de los objetos físicos o puede reducir los objetos físicos a experiencia (Berkeley): en este caso, se confunde con el fenomenalismo. Durante la primera mitad del s. XX, la mayoría de filósofos tendía a defender el realismo indirecto; a partir de la segunda mitad, se tiende al realismo directo. Cualquier teoría de la percepción ha de relacionar ésta con el proceso general del conocimiento de la realidad, entendiendo por tal la «reconstrucción (interna) adecuada y una identificación de los objetos externos en el sujeto cognoscente». En este proceso, se pueden distinguir las etapas sucesivas de: sensación, percepción, experiencia o conocimiento cotidiano precientífico y conocimiento teórico, o ciencia.



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